"Dime cómo es tu justicia y te diré cómo es tu país". Los tiempos modernos exigen evitar realidades indeseadas. Pero la falta de eficiencia, celeridad y responsabilidad en nuestro sistema de justicia provocan que muchos peruanos, como Juan Navarro Acuña, sean portadores de genuinos dramas humanos.
Este anciano de 79 años, natural de la provincia de Caravelí, región Arequipa, fue encarcelado por homicidio en 1976; pero, pese a cumplir su condena hace 15 años, permaneció recluido en el penal de Lurigancho por más de 37 años.
El interno no registraba antecedentes judiciales ya que en el 2001, en la ciudad de Arequipa, lugar donde estuvo anteriormente preso, se produjo un motín durante el cual los reos, al parecer, prendieron fuego las instalaciones del establecimiento, que terminó con la desaparición de todos los registros de los reclusos.
Ante este atropello agazapado que involucraban derechos fundamentales insatisfechos, hace un año el abogado penalista Roberto Miranda logró su libertad a través de un Habeas Corpus para luego ser internado en un asilo- albergue de ancianos del Ministerio de la Mujer.
Esta historia, irreversible y marginada por los administradores de justicia, se ensombrece debido a que Juan Navarro no recuerda a sus seres queridos, pues padece de demencia senil y esquizofrenia.
"No tengo familia acá (en Lima). Se habrán olvidado (de mí). Tantos años (que estoy en la cárcel) que ya ni se recuerdan (de este anciano)", relató el preso con desaliento y resignación mortificada.
"Todos los ancianos están protegidos por la Constitución y el Estado; por consiguiente, apenas él salga debe ser acogido por un albergue estatal", añadió el letrado.
El interno no registraba antecedentes judiciales ya que en el 2001, en la ciudad de Arequipa, lugar donde estuvo anteriormente preso, se produjo un motín durante el cual los reos, al parecer, prendieron fuego las instalaciones del establecimiento, que terminó con la desaparición de todos los registros de los reclusos.
Ante este atropello agazapado que involucraban derechos fundamentales insatisfechos, hace un año el abogado penalista Roberto Miranda logró su libertad a través de un Habeas Corpus para luego ser internado en un asilo- albergue de ancianos del Ministerio de la Mujer.
Esta historia, irreversible y marginada por los administradores de justicia, se ensombrece debido a que Juan Navarro no recuerda a sus seres queridos, pues padece de demencia senil y esquizofrenia.
"No tengo familia acá (en Lima). Se habrán olvidado (de mí). Tantos años (que estoy en la cárcel) que ya ni se recuerdan (de este anciano)", relató el preso con desaliento y resignación mortificada.
"Todos los ancianos están protegidos por la Constitución y el Estado; por consiguiente, apenas él salga debe ser acogido por un albergue estatal", añadió el letrado.
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